En una posible maniobra audaz, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunció ayer una propuesta que podría cambiar el panorama de la industria ferroviaria. Durante la conferencia matutina, dio a conocer planes para utilizar una cláusula poco conocida que otorga al gobierno el derecho de vía para trenes de pasajeros, lo que podría desencadenar una potencial reestructuración en el sector.
Pero esta iniciativa, aunque prometedora, no está exenta de desafíos significativos. Uno de los principales es la necesidad de replantear completamente las curvaturas de las vías para acomodar trenes de pasajeros. Actualmente diseñadas para trenes de carga, estas curvaturas tendrían que adaptarse para permitir el paso de trenes de pasajeros, un proceso que requerirá la compra de más derechos de vía, una planificación meticulosa y una inversión sustancial de miles de millones de dólares.
Restos intrincados
Otro desafío radical sería rediseñar completamente el trazado de las rutas. Las vías existentes, creadas alrededor de 1940 para ferrocarriles mixtos, no tienen la capacidad de operar simultáneamente trenes de carga y de pasajeros a velocidades medianas o altas. Este rediseño sería esencial para garantizar la seguridad y la eficiencia de trenes modernos de pasajeros y ferrocarriles de carga.
Aunque AMLO enfatizó que las concesiones actuales se mantendrán, su declaración plantea un análisis para los concesionarios de los ferrocarriles de carga. La opción de continuar con las operaciones actuales y cohabitar con el tráfico de pasajeros, lo que representaría un cambio de paradigma, implicaría una reevaluación financiera y un ajuste logístico de gran envergadura.
Grandes inversiones
Desde que los concesionarios privados tomaron las riendas de los ferrocarriles de carga hace 25 años, la transformación de la industria ha sido notable. Más de 12 mil millones de dólares se han invertido en la renovación y modernización de aproximadamente el 80% de la red ferroviaria, demostrando el potencial de las asociaciones público-privadas para impulsar el desarrollo de la infraestructura.
De hecho, este concesionamiento ha sido aclamado en diferentes foros económicos como uno de los más exitosos en el mundo, liberando al Estado de la carga financiera asociada a las pensiones de los trabajadores ferroviarios.
Los expertos subrayan que la industria ferroviaria dejó de ser un pasivo para el Estado hace más de dos décadas y señalan que la antigua empresa Ferrocarriles Nacionales de México (FNM) se encontraba en situación de quiebra operativa y financiera al momento de que los ferrocarriles fueron concesionados.
Esta transición ha demostrado la capacidad del sector privado para revitalizar una industria estratégica para la economía del país, con un mantenimiento constante en la mayor parte de los 20 mil kilómetros de la red nacional.
El camino a seguir
A pesar de los desafíos y de la viabilidad técnico-económica que implica este ambicioso proyecto, el anuncio de López Obrador seguirá fomentando por ahora la discusión sobre el desarrollo del transporte ferroviario en México.
La inversión privada ha demostrado su valía en el sector, y su participación es esencial para llevar a cabo esta empresa a gran escala. Sin embargo, la planificación cuidadosa y la consideración de las implicaciones técnicas son fundamentales para garantizar el éxito y la sostenibilidad a largo plazo de esta iniciativa.
Perspectivas económicas y sociales
Esta propuesta, aunque prometería un cambio significativo en el transporte de pasajeros en México, plantea cuestiones radicales en términos de inversión y viabilidad a largo plazo. Los expertos sugieren que será esencial un análisis detallado de los costos y beneficios, así como una evaluación minuciosa del mercado de pasajeros, ya que se requerirían grandes subsidios año tras año a cuenta del gobierno.
Por ahora, López Obrador reconoció en la misma "mañanera" que su gobierno podría no ser el encargado de ejecutar el proyecto, subrayando implícitamente la magnitud de esta empresa. Más allá de las consideraciones políticas inmediatas, este anuncio plantearía una multimillonaria inversión a largo plazo, quizá por décadas, en la infraestructura del país, una herencia para futuras administraciones que está por verse.
Twitter: Gabriel Rodríguez/opinión